En muchas ocasiones he comentado crónicas de viajeros que han pasado por Cuba durante los siglos XVIII y XIX, que cuando las leemos nos dejan la sensación de que vemos a color el paisaje que describen. Cosas en muchos casos desconocidas para muchos cubanos y que gracias a ellos las conocemos o las recordamos. Aquellos tiempos cuando la familia o los vecinos se reunían en los portales y nos contaban “cosas”, hechos ocurridos, visiones, anécdotas de la vida del pueblo o de otros lugares, con un don de hacer ver y vivir claramente lo narrado.
En mi caso les digo que nunca en mi vida he estado en el Puerto de la Cruz, en Tenerife. Pero en mi memoria permanecen las descripciones que me hacía mi abuelita de cuando ella de niña salió de Canarias con su familia para Cuba. Todavía recuerdo la descripción que ella hacía, y de niña me parecía ver una bahía llena de barquitos y un gran vapor en el muelle, donde los pasajeros embarcaban con sus baúles, muchos llorando. Y ella, como niña, recordaba cómo en lo alto los pastores con un palo muy grande que le servía de defensa conducían las cabras; es la visión de una niña seis años que la sacan de su país.
O, en el caso del abuelo, contaba como lo sacaron huyendo al servicio militar, dentro de un tonel de vino, dando tumbos hasta alta mar, donde lo sacaron, ya libre de peligro.
Esto es normal y les pasó a muchos de los que emigraron, buscando la maravilla para hacer fortuna y luego regresar como los indianos. Aunque no todos lograron o pudieron hacerlo.
Pero no es esto tan solo lo que quiero referir, sino la formas que tenían de hacer una descripción oral, a tal punto que como niños nos maravillábamos oyendo esos cuentos o vivencias. Cuentos de fantasmas, apariciones y botijas encontradas que se hacían, sobre todo, en los campos. Muchas de esas anécdotas contadas hacían reír, otras, aterraban.
Los momentos vividos por las familias en las buenas y en las malas, donde desde niños nos enseñaban que la vida no era fácil para muchos, y así se podían valorar mejor los momentos vividos. O como era la realidad, sin falsificar el pasado. Nuestros mayores tenían el don de la palabra y contaban con tal detalle que obraban como películas que nos pasaban, por lo que creo que la oralidad y el contar, no se deben perder.
Hoy les traigo un fragmento de la crónica de viaje de Walter Goodman, en el libro La perla de las Antillas. Un artista en Cuba. Edición anotada y corregida, con prólogo de Olga Portuondo Zúñiga. Editorial Oriente, 2015. Relatos testimoniales de un pintor inglés en que me hizo reír y conocer entre otros detalles, como eran los funerales en esa época y un poco más acá.
Dice Goodman: Para un médico, el ser sacado de su lecho a cualquier hora de la noche no tiene nada de extraordinario, pero para un seguidor del divino arte de Apeles se le interrumpa su sueño en la misma forma es algo fuera de toda lógica.
A las tres de la madrugada debemos levantarnos y vestirnos pues un paje negro nos informa que su amo, don Pancho Agüero y Mato, acaba de fallecer y su desconsolada familia está deseosa de conservar su imagen en un lienzo…Ya la sala se halla henchida de parientes del difunto…Tan pronto como entro, todos siguiendo las costumbres, se ponen de pie, y los principales dolientes me rodean. Unos me engancha por el cuello y la cintura, otros me engrampan por las piernas, y entre abrazos y abrazos… me llevan a la cámara… donde me piden que restablezca a la vida al muerto… _ Por supuesto, en el lienzo.
Como son tantos, no es fácil llegar…en un féretro expuesto… rodeado de candelabros y grandes velones de cera, descansa en paz.
Don Pancho… Observo que los deudos y amigos, soportan la perdida con coraje, ahogando la tristeza en la copa que alegra…De vez en cuando, aparece una bandeja con dulces, bizcochos, café, chocolate y un buen tabaco. Los dolientes cambian de tono… Las señoras gimen, estallan en gritos, chillan,…desmayándose o cayendo en franco arrebato… A cada uno que llega le reciben en igual forma…Quien se comporta más expresiva entre los doliente es doña Dolores, pariente más cercana… _no saco en claro el grado de relación… Cada vez que alguien viene a expresar su condolencia… sentada detrás de mí salta como movida por un resorte… ¡Ay, Pancho!… Responde mi amor, ¿Dónde estás, mi hermano, por favor?… Hace una pausa y vuelve a empezar con más impulso…
Lo que quiero que vean como la narración es capaz de hacernos ver la realidad como nos la cuentan estos afortunados viajeros, que sin una cámara fotográfica nos hacen llegar una realidad.
Bueno ustedes dirán que tiene esto que ver con la comida, pues bien en esta crónica no se ve reflejado como eran las comidas en los funerales, solo se refiere a bebidas, dulces, café y chocolate. En esa época se hacían los velatorios en las casas, donde se repartían comidas para la familia y personas que acompañaban en el velatorio y en los campos hasta se mataba un animal para dar de comer. Pero no tan solo esto hasta en muchos casos se le pagaba a lloronas, sobre todo para acompañar el funeral.
Espero les sea útil y busquen el libro para el disfrute de una lectura amena y agradable. Bueno hoy les propongo Puré de papa, papas gratinadas, arroz turco, manjar blanco cubano y majarete.
Puré de papa

Puré de papas.
Ingredientes (4 servicios):
Seis papas, 4 dientes de ajo, ½ mazo de perejil, 1 cucharadita de ralladura de nuez moscada, 2 cucharadas de manteca o aceite, pimienta y sal a gusto.
Preparación:
Lave y pique en cuatro las papas (sin pelar). Limpie y macere los ajos. Limpie, lave y pique bien fino el perejil.
Ponga una cacerola a la candela con las papas, sal y agua que las cubra y deje cocinar hasta que estén, sáquelas, retírele la cascara, póngalas en una fuente y haga un puré.
Aparte, ponga de nuevo la cacerola con el aceite a la candela con los ajos y sal, sofríalo, añada el perejil y bájelo. Viértalo sobre el puré y mézclelo bien, puntéelo de sal y pimienta a gusto y polvoréelo con la nuez moscada.
Papas gratinadas

Papas gratinadas con queso.
Ingredientes (4 servicios):
Seis papas, 1 cebolla, 4 dientes de ajo, 1 zanahoria, ½ taza de queso rallado, 1 taza de caldo o agua, 2 cucharadita de aceite, pimienta y sal.
Preparación:
Lave las papas y píquelas en ruedas, no muy gordas. Limpie y pique en ruedas finas la cebolla. Limpie y macere los ajos. Lave y pique en ruedas la zanahoria.
Ponga una cacerola a la candela con el aceite, la cebolla, el ajo, pimienta y sal. Cuando comience a sofreír agregue las papas, la zanahoria, el caldo, puntéelo bien de sal y pimienta y deje cocinar hasta que el caldo se reduzca, sin que se le peguen las papas.
Sáquelas y colóquelas en un molde engrasado, añádale el queso por encima y póngalas en el horno hasta que se derrita o ponga el molde en una olla, sin presión hasta que el queso se derrita.
Arroz a la turca

Arroz.
Ingredientes (4 servicios):
Cuatro medidas de olla arrocera de arroz, 2 zanahorias, 1 cebolla, ½ mazo de perejil, 2 clavos de olor, 2 cucharadas de manteca o aceite, 1 cucharadita de bijol, pimienta y sal a gusto.
Preparación:
Limpie, lave el arroz. Lave y pique en ruedas finas la zanahoria. Limpie y pique en redas finas la cebolla. Limpie, lave el perejil.
Ponga a la candela una cacerola con la manteca, la zanahoria, la cebolla, el perejil, los clavos de olor, pimienta y sal. Cuando esté, bájelo.
Ponga el arroz en la olla arrocera, añada el sofrito, el bijol, la misma medida de arroz, más una más de agua, o caldo, puntéelo de sal y déjelo cocinar hasta que esté.
Manjar blanco cubano

Manjar blanco. Foto: Elcomidista.com
Ingredientes (4 servicios):
Cuatro tazas de harina de arroz, 2 tazas de leche de coco, 4 tiras de corteza de cítrico (limón o naranja) a gusto, 2 rajitas de canela, 1/2 cucharadita de canela, azúcar a gusto.
Preparación:
Ponga en una cacerola la harina de arroz y haga un hueco en el centro, donde va agregando poco a poco la leche de coco hasta que se diluya bien todo, luego agregue la corteza de cítrico, la canela en rama y el azúcar, mézclelo bien y póngalo a la candela hasta que espese. Bájelo, sáquele la canela en rama, póngalo en una dulcera y polvoréelo con canela a gusto.
Nota: Según la receta original de 1914, puede sustituir la leche de coco por leche de almendras, de maní o de corojo.
Majarete

Majarete.
En este caso se prepara de la misma forma pero se emplea harina de plátano (bananína) o maicena.
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